Hubo una vez una joven portera que no tenía padres, sino un jefe , el administrador del edificio en el cual trabajaba. Un hombre impertinente y con dos hijas, copropietarias del mismo edificio. Era ella quien hacía los trabajos más duros de mantenimiento y como sus ropas estaban siempre tan manchadas, todos la llamaban Portericienta. Pero más allá de su vida Portericienta, soñaba con ser una gran camionera desde pequeña cuando jugaba con pequeños camioncitos de juguete que le traía su padre antes de morir.
Un día el intendente de aquel municipio anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todos los jóvenes del país, ya que buscaba una pretendiente para su hijo.Portericienta, sabia que el hijo del intendente era hermoso y ella quería ser quien tuviese su mano.
- Tú Portericienta no irás -dijo su jefe -. Te quedarás en el edificio fregando el suelo y sacándole brillo a las manijas de la puerta de calle.
Llegó el día de la fiesta y portericienta apesadumbrada vio partir a su jefe hacia la intendencia. Cuando se encontró sola en el hall de entrada, no pudo reprimir sus sollozos.
- ¿Por qué seré tan desgraciada? -exclamó-. De pronto se le apareció su Hugo Madrino.
- No te preocupes -exclamó el Hugo-. Tu también podrás ir a la fiesta, eres una trabajadora y tienes los mismo derechos que tu jefe burgues.
Pero con una condición, que cuando el reloj municipal dé las doce tendrás que regresar sin falta. Ya que se cumplirán mis ocho horas reglamentarias de trabajo.
Y al hacer el Hugo Madrino el gesto con sus dedos de “Viva Peron”, transformó las ropas de Portericienta en la vestimenta de ensueño de toda digna trabajadora.
Portericienta estaba maravillada.- ¿Pero como haré para ir si no tengo ningún medio de transporte propio , ni siquiera monedas para el Bondi?
El Hugo sonrío y exclamó- “Tu tranquila ya veras”. E instantáneamente hizo aparecer un camión ultimo modelo. 16 ruedas, tracción trasera y delantera, tres puertas y la más fuerte bocina jamás usada en un camión.
Portericienta no lo podía creer. ¿Cómo puedo agradecerlo esto Don Hugo? Dinero, no tengo.
“No se haga problema, después me lo retribuye. Guiña un ojo.
- Ahora vaya y dignifique a la clase trabajadora”.
Las hijas de su jefe no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.
En medio de tanta felicidad Portericienta oyó la alarma en el reloj del municipio que daba las doce.
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.
El hijo del intendente lo recogió asombrado.
Para encontrar a la bella joven, el hijo del intendente ideó un plan. Se casaría con aquella que le calzara ese pequeño mocasin. Envió a todos los empleados públicos del municipio a recorrer todo el lugar. Las mujeres se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el pequeño bombo.
Al fin llegaron a casa de Portericienta, y claro está que las hijas de su jefe no pudieron calzarse el pequeño mocasin, pero cuando se lo puso Portericienta vieron con estupor que le estaba perfecto.
Y así sucedió que el jefe del municipio se casó con la joven y vivieron muy felices. Pero no comieron perdices, por que en esos pagos las perdices estaban extintas y por otro lado no suena muy argentino. Así que comieron un buen cordero patagónico. Y al morir el intendente, ella se transformo en la nueva esposa del intendente. Y gobiernan el municipio hasta el día de hoy.
FIN